Las manos de Orlac es una novela fatástica del escritor francés Maurice Renard. Mezcla de misterio, ciencia ficción y terror, el libro está como el autor, a medio camino entre dos épocas: la del folletín decimonónico y la del pulp. Nacido en 1875, Maurice Renard no ha tenido la suerte de ser tan traducido como su compatriota Jules Verne o como algunos anglosajones de la época. De hecho, esta novela bebe mucho del estilo de uno de esos autores anglosajones como es H. G. Wells. 

Stéphen Orlac es un joven y famoso pianista que sufre un accidente ferroviario. Su esposa, que esperaba su regreso en una estación de París, lo encontrará moribundo en los restos de uno de los vagones. Trasladado a la clínica del doctor Cerral, un polémico doctor y cirujano, stéphen salvará la vida para descubrir que sus manos ahora son torpes y diferentes, lo que lo sumirá en la depresión. También, empiezan a suceder misteriosos hechos: robo y posterior devolución de joyas, una misteriosa banda de ladrones, sesiones espiritistas y médiums, asesinatos... Y Stéphen parece estar en el epicentro de estos acontecimientos.

En Las manos de Orlac la trama se vuelve más alocada hacia el final. Con un inicio bastante convencional, la historia se adentrando en un territorio pulp con las idas y venidas de los personajes y las diversas subtramas que introduce Renard, jugando con el posible elemento sobrenatural. Algo que descarta Renard dando a la novela un final razonable y racional a tanta trama alocada. La explicación, después de todo lo sugerido anteriormente, puede llegar a decepcionar un poco. En cualquier cosa, es una novela que se lee y se disfruta por el viaje que se hace con ella, no porque plantee un misterio. Si Stéphen Orlac combate a dioses primigenios en las catacumbas de París o si acaba persiguiendo al mismísimo Arséne Lupin es lo de menos. Por eso el final no desmerece, aunque si Renard no hubiese buscado una explicación racional, tampoco habría pasado nada.

Publicada en 1920, Las manos de Orlac pronto conoció una adaptación cinematográfica de la mano del alemán Robert Wiene en 1924. No es El gabinete del doctor Caligari pero también está muy bien. En 1935 llegaría la versión de Hollywood con Peter Lorre como protagonista. También hay otra adaptación británica de 1960 con Christopher Lee y una versión bastante libre de la historia de 1991 titulada Cuerpo Maldito con Jeff Fahey de protagonista, el Lapidus de Perdidos. Esta última me parece la más divertida y alocada de todas las adaptaciones de la novela. También porque parte de un mismo planteamiento pero lleva la historia por otros derroteros. En definitiva, la novela es un buen ejemplo del pulp de la época, heredero de los folletines del siglo anterior, y uno de los primeros ejemplos de body horror en la literatura.

Renard, Maurice (2021). Las manos de Orlac. Libros del Tiempo.