Nantes: los cruasanes de Honoré y las líneas de sombra
Nemo, Julio Verne y sus movidas |
Nantes bien puede ser el reverso luminoso de una ciudad en otro tiempo industrial. Si como decían en La Guerra de las Galaxias la fuerza existe en equilibrio, Nantes se halla del lado bueno de ésta. Nantes es una ciudad que hasta el siglo pasado fue la capital de Bretaña, y que para evitar rivalidades con la vecina del norte, Rennes, se convirtió en capital de Pays de la Loire. Decisión salomónica que dejó a todos contentos y que no cortó la conexión de Nantes con sus orígenes bretones. Que una cosa son los mapas y otra distinta la gente. Como en casi todo Occidente, especialmente en Europa, la ciudad sufrió una reconversión industrial a partir de los años setenta y ochenta, que la dejó convertida en un erial. Y es a partir de este siglo cuando empieza a levantar cabeza. Como en el caso de Valencia y Bilbao en España, Nantes entra en la posmodernidad como ciudad turística y de servicios. Buen ejemplo de esto es Las máquinas de la isla, atracción turística construida en la Isla de Nantes, antaño hogar de los astilleros de la ciudad. Inaugurada en 2007, Las máquinas de la isla reconvierte un espacio industrial abandonado y deprimido en uno de interés turístico. Lo interesante para los aficionados al fantástico es que las atracciones tienen una estética steampunk, combinando a Julio Verne con Leonardo da Vinci. Me hubiese gustado ver a ese concejal de urbanismo proponiendo esta idea en el pleno municipal.
Efectivamente, a mí de Bretaña sólo me interesan las galettes y la sidra |
El centro histórico de Nantes es el típico de las ciudades francesas tipo Montpellier, Toulouse, Bourdeaux o Lyon: catedral, grandes avenidas, edificios de estilo dieciochesco y tranvía. Merece mucho la pena visitar el castillo de los duques de Bretaña, cuyo interior es el Museo de Historia de Nantes. Pese a que cuenta con muchos y distintos museos e instalaciones culturales, como el de Julio Verne o el planetario, el Museo de Historia de Nantes es el más interesante de todos ellos, junto al Museo de Bellas Artes. Bien construido y equipado, recorreremos la historia de la ciudad a través de varios capítulos, divididos a su vez en varias salas de exposición. Existe un pase que se puede comprar en la oficina de turismo, válido por 24, 48 o 72 horas, para acceder a museos, atracciones culturales y transporte público, pero descubrimos que realmente no es muy necesario. Vas a ir a todos los sitios andando, y salvo que visites todos los museos, no acaba compensando.
Señor@s mayores en Pornic esperando la muerte |
También dio tiempo a un par de excursiones: Trentemoult y Pornic. Trentemoult es un pueblecito cerca de Nantes al que se accede en navibus. El encanto, entre comillas, es que las casas están pintadas de distintos colores y tienen distintos murales en las paredes. Merece la pena por el viaje en barco. Pornic ya es otra cosa, una pequeña ciudad de la costa atlántica, a una hora en tren de Nantes, destino turístico de las clases medias francesas. Eso sí, elegimos malas fechas para visitarlo. El día antes fue fiesta nacional, y entre eso y los veinte grados de temperatura, hicieron que ese sábado estuviera abarrotado. Aún así encontramos sitio para comer, dimos una vuelta, nos tostamos un poco en la playa y visitamos uno de los túmulos megalíticos que se encuentran cerca del pueblo. Que igual he leído mucho terror, pero no encontrarme a una secta pagana realizando rituales de sacrificio al dios sol me decepcionó un poco. ¿Dónde están los druidas cuando uno los necesita? Con tiempo y coche, hay varias rutas que discurren por la costa. Pero eso tendrá que ser en otro momento.
Yo cuando se acaban las vacaciones |
24 de noviembre de 2022, 9:19
Desde aquí me declaro partidaria de los paisajes urbanos post industriales (aunque a menudo me digan si es algún tipo de secuela, pero pasarme cinco años viviendo en Sabadell y Bilbao, desarrollas una querencia por la estética de fábrica abandonada, que ni Thomas Ligotti XD). Y también, que en muchos casos opten por mantener parte de ese paisaje creando algo distinto, pero donde quede parte de esa historia industrial..y que este pueda integrarse creando algo bonito, como puede ser un parque así, en vez de quedarse como un páramo esperando a ser gentrificado.
Bueno, y a los franceses les habrán puesto la fama que les pusieron, pero un sitio que ha inventado el folletín, e incluye en su dieta sidra y galettes, ya tiene más simpatía que todo Reino Unido XD.
24 de noviembre de 2022, 15:14
A mí me sigue flipando la persona que pensó que era una buena idea montar un parque de atracciones de estética steampunk en los antiguos astilleros. Pero vamos, que no es el único caso. La antigua fábrica de las galletas LU es un centro cultural, y una de sus torres es atracción turística de la ciudad. Que subes allí y no hay nada más que las vistas, pero oye, qué bien pensado. Tampoco creo que esa sea la solución para todo, pero al menos en nantes parece que han encontrado un equilibrio y les funciona.
Se habla mucho del urbanismo en España, de los pelotazos y la corrupción, pero lo de Reino Unido también es de ver y no creer. En fin, que me equivoqué de Bretaña xD.