La piel que brilla es una película escrita y dirigida por Philip Ridley y protagonizada por Aragorn Viggo Mortensen, Lindsay Duncan y Jeremy Cooper. La película es una coproducción británico-canadiense de bajo presupuesto rodada en la Columbia Británica. Según el propio Ridley, la película es una visión de la infancia, que mezcla elementos de drama, horror, comedia y surrealismo. Una película bastante diferente a lo que entendemos por serie B y que sin embargo es capaz de cautivar.


A pesar de ser una coproducción británico-canadiense, la película está ambientada en el medio oeste estadounidense, en lo que parecen ser los primeros años cincuenta. Y digo parecen porque esas granjas destartaladas, llenas de coches abandonados y aherrumbrados, más parece un paisaje de la Gran Depresión de los años treinta. Lo que tiene mérito es lograr este escenario y dar ese tono a la historia con una fotografía que por momento recuerda al Impresionismo pictórico. Un filtro ámbar/amarillo, los grandes campos de trigo, la herrumbre ocre, que contrastan con el cielo azul. Una película que se puede calificar de luminosa, algo no muy común en el género de terror.


Seth Dove es un niño de ocho años que vive junto a sus padres, una madre histérica que adora a su hijo Cameron, soldado del ejército, y un padre ausente que siempre está leyendo historias pulp. Es una de estas historias, sobre vampiros, la que acaba cautivando a Seth. Cree que la viuda inglesa Dolphin Blue es una vampira. Uno de sus amigos aparece asesinado en el pozo de su casa, y su padre, con un pasado pedófilo y pederasta, para evitar la acusación, se suicida rociándose con gasolina y prendiéndose fuego. Es entonces cuando Cameron, hermano mayor de Seth, vuelve a casa. Lo hace en principio para cuidar del propio Seth, pero acaba enamorándose de Dolphin, en lo que será visto por el propio Seth como una traición. Además, Cameron parece haber estado expuesto a radiaciones mientras servía en el ejército, pues su salud se va deteriorando, aunque Seth culpará a Dolphin. Y mientras tanto, otro de sus amigos aparecerá asesinado. Hay alguien matando niños.


Dormir con tu osito

La piel que brilla no es la típica película de terror, lo cual no es ni malo ni bueno, pero hay que tenerlo en cuenta antes de su visionado. No es una película de vampiros, o al menos no una al uso, y el terror se manifiesta de otras maneras. También tiene toques de surrealismo que acercan la película al cine de otros autores como David Lynch. También tiene algunos momentos lánguidos, algo contemplativos, y escenas de no creérselo, como cuando Seth descubre junto a su amigo un feto abortado en un pajar, y creyendo que es su amigo asesinado transformado en ángel, se lo lleva a casa. Duerme con él, habla con él y lo guarda debajo de su cama durante el día para que su madre no lo descubra. Otra escena completamente surreal es la de la rana. O las transiciones entre día y noche. La historia se mueve entre la fantasía y la realidad del mundo construido por Seth. Como bien le recuerda Dolphin, su vecina, la infancia es un infierno, y luego la vida no hace sino empeorar.


A Edward Hopper le gusta este plano

La película tiene mucho subtexto, desde el más obvio de mundo de la infancia a la crítica a los EEUU. Cameron es un soldado que regresa a casa y que cuando su hermano pequeño Seth lo recibe envuelto con la bandera, este se la quita y la tira al suelo. También habla de la corrupción y los prejuicios de una sociedad que, aunque sea evidente quiénes son los asesinos, prefieren ir a por el más débil. O de los efectos de la radiación sobre civiles japoneses, o el extremismo religioso. Muchos temas mezclados en un batiburrillo que a veces carga un poco y otras te pierde, pero que no deja de fascinar en lo visual con su estilo elegíaco y poético. Y mira que también tiene momentos en los que bordea el ridículo. Todavía no sé qué pensar del personaje del sheriff, con su parche metálico y su mano de goma, o de la rana hinchada. Película raruna sobre todo para la época y que bien merece un visionado. Al final va a resultar que los noventa tampoco estuvieron tan mal.