Daniela Tarazona (1975) es una escritora mexicana y forma parte del nuevo boom latinoamericano protagonizado por mujeres. Ha ganado varios premios y El corazón habitante es su última novela, publicada por Almadía. Traducida a varios idiomas como otras autoras latinoamericanas, su obra se adscribe a un fantástico y un sentido de la maravilla muy peculiar. La revista mexicana de ciencia ficción Rocambolesca es buen ejemplo de la buena salud de la que goza el género en las letras mexicanas. Si bien México está falto de referentes como el fantástico rioplatense (Cortázar, Casares, Borges...), que a excepción de Juan Rulfo y Amparo Dávila no hay mucho donde rascar, el fantástico goza de muy buena salud en todo el continente.


En El corazón habitante Tarazona narra tres historias con tres protagonistas en torno a este órgano: una mujer de la prehistoria, un médico inglés del siglo XVII y un cosmonauta ruso en una estación espacial. Las historias de los tres se entrelazan y tienen en común el corazón como símbolo y los sueños que suscita a través del tiempo y del espacio. Qué es el corazón y qué supone y cómo funciona el sistema circulatorio son las preguntas que se hace el médico William Harvey, pero también son la puerta a otras preguntas más trascendentales que se hacen los personajes, movidos por la curiosidad y la imaginación. La mujer de la prehistoria se cuestiona su entorno mientras se dedica a pintar las paredes de la cueva que habita, el cosmonauta siente que está atrapado en una jaula, en un gran experimento, mientras el médico del siglo XVII intenta ir más allá de los límites de su época. Los tres habitan un tiempo y un espacio concretos, pero están movidos por esa característica tan humana de hacerse preguntas.

En los últimos años hemos visto la publicación de grandes obras de ciencia ficción como Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio de Andrea Chapela, Mugre rosa de Fernanda Trías, Nuestro mundo muerto de Liliana Colanzi o Chamanes eléctricos en la fiesta del sol de Mónica Ojeda. El corazón habitante de Daniela Tarazona se suma a esta lista. Resulta curioso comprobar cómo cuando la realidad se vuelve compleja e indescifrable, la ficción abandona el realismo y se lanza de cabeza en lo fantástico. Los señoros de entreguerras ya avisaban de la que se nos venía.