'La tarántula del vientre negro' (1971) de Paulo Cavara y 'Las lágrimas de Jennifer' (1972) de Giuliano Carnimeo: la zona de confort

Meterse en el mundo de los gialli es como descender por la madriguera del conejo de Alicia: es un túnel más profundo de lo esperado. La tarántula del vientre negro es una película dirigida por Paulo Cavara y protagonizada por Giancarlo Giannini. Cavara no ha sido un director muy prolífico ni tampoco se ha prodigado mucho en el género como otros de sus coetáneos. La tarántula del vientre negro es un giallo pero también tiene elementos de polizziotteschi, nada raro si tenemos en cuenta que los gialli beben, entre otras fuentes, del krimi alemán de los sesenta. Giannini es un comisario de policía que investiga unos brutales asesinatos de mujeres. Las víctimas son paralizadas con veneno de tarántula y destripadas vivas. El personaje de Giannini no es el clásico hombre rudo de los gialli, sino que es un hombre bastante inseguro y sensible que ama a su mujer. También, como las víctimas, a veces se siente impotente y paralizado para continuar con la investigación. Existe una crítica implícita al mundo de la moda y de la belleza cosmética, mundo en el que se desarrolla parte de la trama. La tarántula del vientre negro como buena producción italiana tiene su buena ración de primeros planos, planos subjetivos, reflejos en espejos y cristales, además de unos paneos bastante chulos. El ritual del asesino también es bastante ingenioso y macabro, ya que primero paraliza a sus víctimas y luego les abre el vientre. 


Las lágrimas de Jennifer está dirigida por Giuliano Carnimeo y protagonizada por Edwige Fenegn y George Hilton. Carnimeo, como Cavara, tampoco se prodigó demasiado en el género, aunque sí tiene buena colección de comedias eróticas y westerns. Westerns protagonizados, precisamente, por George Hilton, que aunque su Sartana no llegó al nivel del Django de Franco Nero, también es un personaje muy carismático. Y qué decir de la gran Edwige Fenegn, que para mí es la Barbara Steele de los setenta. Las lágrimas de Jennifer sí es un giallo prototípico: se abofetean mujeres y el asesino está cucú. Edwige Fenegn interpreta a una modelo, Jennifer, que se muda junto a su amiga Marilyn a un apartamento donde han asesinado a las ocupantes anteriores. El asesino persigue a Jennifer, a la que por supuesto nadie cree. Además está su exnovio, líder de una secta hippie loquísima de la que también ella formó parte. Aquí es curioso observar el toque de comedia dado a los policías investigadores, con el comisario más pendiente de su colección de sellos que de resolver el caso. Aunque en las escenas de los asesinatos no se sigue un ritual como en La tarántula del vientre negro, también tienen su buena dosis de barroco visual. La peli, como buen giallo, se pierde en giros absurdos hasta descubrir al asesino. Es precisamente el primer asesinato donde Carnimeo muestra su buen hacer, además de un par de planos bastante chulos con espejos como protagonistas.


La Edwige Fenegn preparándose pa' la party

Dentro de los gialli hay mucha purria, pero me sigue pareciendo un género fascinante donde la industria cinematográfica italiana consiguió crear ese sentido de la maravilla tan ausente en nuestros días. Y generalmente con cuatro duros. A mí dadme grano gordo setentero y llamadme tonto. Nolan, aprende.





CELSIUS 232: con capas y a lo loco edición 2025

 

Llevaba varios años queriendo asistir al Celsius 232 y al fin este 2025 lo he conseguido. Para el que no lo conozca, Celsius 232 es un festival literario de terror, fantasía y ciencia ficción que se celebra en Avilés desde hace más de una década. Al menos así es como se define. Un montón de actividades que incluyen charlas, presentaciones de libros... incluso música y cine, con esas pelis que proyectaban por la noche para el que las quisiera disfrutar. Todo en un ambiente más que agradable. Gente de todo tipo y condición hablando de sus movidas y haciendo sus cosas en un entorno de respeto. Porque si algo me ha sorprendido, a mí que no me gustan demasiado las multitudes, es eso: el respeto. A lo mejor si el festival se convierte en algo mastodóntico las dinámicas de grupos cambian y el respeto se pierde, pero la sensación es que el aficionado que acude al festival es alguien apasionado por los libros y la literatura y muy respetuoso con los demás. Así que muy contento.


Los quiero todos


La edición de este año parece que ha sido la de las colas, porque lo ha reventado. Lo de Brandon Sanderson ha sido como el circo, con su carpa y la gente expectante haciendo cola. Aunque sería reduccionista decir que el festival sólo ha sido un autor, sí tengo la sensación de que ha pillado un poco a la organización por sorpresa y ha puesto la ciudad patas arriba. Y no ha sido el único, pero sí lo más vistoso: un montón de cosplayers basados en el universo de Sanderson (que alguien me explique lo de las capas esas con flecos) lo atestiguan. Ha sido interesante contemplar el fenómeno fan desde la barrera. Me levantaba a desayunar en el hotel y la mesa de al lado estaba hablando de Sanderson. Para mí, que no he leído ningún libro suyo ni tengo intención, es curioso. Y las colas. Porque yo no soy fan de Sanderson, pero J sí lo es, y alguna cola hemos hecho.


Pero el fanatismo va por barrios. Yo a Mónica Ojeda le ponía una farmacia en Gran Vía. ¡Qué bien escribe esta mujer! Y aunque sólo compré dos libros, pues todavía tengo seis cajas en casa de mis padres buscando estanterías que los adopten, fue una pasada poder estar allí con los librer@s y l@s editores. Pasar por Satori, por La biblioteca de Carfax... Cómo me gustan sus catálogos. Y también poder estar allí con los autor@s. Y no sólo hablo de firmas y presentaciones, hablo de estar paseando por Avilés al lado de Kim Newman. La próxima vez intentaré vencer a la timidez y decirle que me gustan mucho sus libros; o hacerle un El resplandor y amarrarlo a una cama para que escriba lo que yo quiero. Lo que primero salga. Kim Newman, estás avisado.

Espero acudir el próximo año, organizando las cosas un poco mejor e intentando disfrutar un poco más del del buen ambiente que se respira en el festival. E interaccionar un poco más con la gente, que no te comen. Así que empieza la cuenta atrás para volver. Prometo llevar capa. 





'La casa sperduta nel parco' (1980) y 'Minaccia d'amore' (1988): el otro Ruggero Deodato

A Ruggero Deodato siempre le perseguirá Holocausto caníbal. Es como lo que pasa con Hideo Nakata y Ringu o Tobe Hopper y La matanza de Texas. A Deodato, que empezó su carrera cinematográfica en los años sesenta del pasado siglo, le tocará desarrollar el grueso de su obra  por la que es reconocido en los años ochenta del declive italiano. Todavía es posible rascar algo más que su Holocausto caníbal, obra que más allá de su valor intrínseco, es germinal de otros subgéneros tan importantes dentro del terror como el falso documental y el metraje encontrado, además de ese ultra gore que ha creado escuela en países que están un poco gagá, como Alemania (hola, gore alemán). Como buen director italiano de esa época, la obra de Deodato incluye una gran variedad de géneros, de la comedia al peplum pasando por la copia descarada del slasher norteamericano ochentero. Es un artesano más que un autor, dedicado al cine comercial de su época, aunque es posible observar cómo en su cine permea la realidad social que le tocó vivir, algo que se puede ver claramente en La casa sperduta nel parco y Minaccia d'amore



La casa sperduta nel parco (1980) se estrena el mismo año que Holocausto caníbal y quizás por eso ha acabado en la categoría de película de culto. Esto sería clave, primero porque toda la censura y ataques que recibió por Holocausto caníbal se volcarían en su obra posterior, y segundo porque le generaría una gran frustración al impedir que sus posteriores obras brillasen por sí mismas. Tanto si Holocausto caníbal es objeto de censura como si es elevada a categoría de culto, el resto de su obra vive a la sombra de este título. El cine de explotación italiano, a parte de tener poca vergüenza (Zombi 2 (1979), La casa 3 (1988), Alien 2: Sulla Terra (1982), El último tiburón (1981)...), también suele suponer un lenguaje nuevo que va más allá de la mera copia de bajo presupuesto, ofrece otras formas, otras aproximaciones. Eso contrasta con la homogeneidad de la ficción actual, al menos en producciones de grandes presupuestos. También es algo que afectó a ese cine italiano en los ochenta. Buen ejemplo de eso es Body Count (1986) del propio Deodato, que más que adaptar el slasher americano a su lenguaje, en una suerte de traducción, se dedica a copiarlo y reproducirlo. La casa sperduta nel parco pertenece a la primera categoría, la que adapta más que copia. Inspirada en La última casa a la izquierda (1972) de Wes Craven, con la que incluso comparte actor, le da otra vueltita a la idea. Sí, hay violación y venganza, también es una peli de home invasion, pero introduce otros elementos que no estaban en la original de Craven. Muestra una violencia sexual explícita pero también los distintos roles de clase y poder existentes. Existen otras capas más allá de la violencia explícita que convierten a La casa sperduta nel parco en algo más que una simple cinta de explotación. No se trata de buenos contra malos, sino de malos contra malos, donde la hipocresía y una moral ambigua desafían lo normativo. Puedes ser víctima y victimario, disfrutar de infligir dolor o de contemplarlo e incluso observar diferencias de clase en la manera de ejercer y aplicar castigos.


Minaccia d'amore (1988) es otra película de Deodato por la que se suele pasar de puntillas. Sin tantas capas como La casa sperduta nel parco, al menos no en apariencia, introduce algo no muy común en el cine de terror de la época: la tecnofobia. Y eso que el teléfono, como la botella de JB y hombres abofeteando mujeres, es uno de los tropos del cine italiano de los setenta y ochenta. La protagonista, después de una ruptura sentimental, es acosada por una entidad sobrenatural después de llamar a una línea de corazones solitarios. Esa entidad utiliza el teléfono para perseguirla. En la ficción literaria hay multitud de ejemplos sobre el uso de las nuevas tecnologías que iban surgiendo como nuevos elementos de terror. Minaccia d'amore puede ser vista como naif en nuestro tiempo, cuando todos portamos un ordenador portátil en nuestro bolsillo y estamos sometidos a un control inimaginable unas décadas atrás. Lo que podría ser un drama simple, donde una ruptura sentimental desencadena un duelo del que la protagonista no puede salir, se convierte en algo más al ligar ese duelo a una entidad sobrenatural atrapada por su propio duelo. Es como si el dolor creara una energía negativa que nos persiguiera, literalmente. Sólo el proceso de pasar ese duelo nos libera de nuestros fantasmas, reales y metafóricos.


Contratar línea fija para comprarse un teléfono molón


Mención aparte merece el diseño de interiores y decoración, algo casi siempre cuidado en las producciones italianas. La prota de Minaccia d'amore vive en un gigantesco apartamento decorado con sillas de diseño, pecera gigante, cadena de sonido y un teléfono de Giorgio Armani muy molón con lucecita verde. Cuando lo sustituye, lo hace por un teléfono transparente con luces. Ya lo de las luces LED y los gamers venía de antes, está claro. Todo vuelve, como decía Mark Fisher. Hasta el fascismo. También el postpunk de Shego. ¡Vivan las Shego!