'Las puertas de Anubis' de Tim Powers: lo más difícil todavía
Tim Powers es un escritor estadounidense de fantasía y ciencia ficción. Viene publicando desde mediados de la década de los setenta, pero fue con esta novela, publicada en 1983, con la que alcanzó el éxito de ventas y el reconocimiento público. Junto a En costas extrañas, de 1987, son sus obras más recordadas.
Las puertas de Anubis narra un viaje al pasado en el que un profesor universitario experto en poesía romántica inglesa, Brendan Doyle, acompaña a un grupo de ricos aficionados a la poesía a una charla de Samuel Taylor Coleridge en una taberna londinense en 1810. Previa a esa trama, el prólogo nos presenta un intento fallido de una secta con un mago villano a la cabeza que busca restaurar el poder del Antiguo Egipto y sus dioses. Además hay otro mini viaje al siglo XVII con una organización que protege el Tiempo y que inspiró la serie El ministerio del tiempo, un asesino en serie que es un cambia formas al que se confunde con un hombre lobo, y unas cuantas paradojas temporales y reflexiones sobre posibles reencarnaciones. Todo esto en las cuatrocientas y pico de páginas de la novela, donde tienen lugar los cameos de personajes históricos como Coleridge y Byron.
Las puertas de Anubis es una novela fundamentalmente de aventuras que incluye elementos de ciencia ficción como los viajes en el tiempos, y también de fantasía, como la magia, aunque ésta a veces se explica de manera científica. Para mí el mayor problema de la novela es que la cantidad de temas de los que trata no terminan de funcionar del todo en su conjunto: un batiburrillo que igual por separado funcionaba mejor. Viaja del 1983 actual a 1810, luego a algún punto de la década de los sesenta del siglo XVII para volver a 1811, con un prólogo ambientado varias décadas después. Entre medias, payasos asesinos, el hampa londinense de principios del XIX, magos egipcios, millonarios malvados, poetas románticos... Algo que Michael Crichton en su novela Timeline de 1999 resuelve bastante bien centrándose en el viaje en el tiempo al pasado, por citar una de las obras "inspiradas" en la novela de Powers.
Las puertas de Anubis (1983) de Tim Powers junto a Sueño del Fevre (1982) de George R. R. Martin son una de esas obras de fantasía publicadas en los ochenta a las que no les acabo de pillar el punto. Están muy bien escritas, pero al menos en el caso de Powers acabo perdiendo el interés muy rápido, a pesar de que muchos de los temas que trata han sido ideas seminales para otras obras. Como en un truco de magia, Power siempre intenta lo más difícil todavía.
Powers, T. (1983). The Anubis Gates. Triad Grafton Books.
4 de mayo de 2023, 9:36
De momento, la que más me ha gustado de Powers ha sido Cena en el palacio de la discordia. Tengo pendiente de leer En costas extrañas, pero La fuerza de su mirada se me hizo muy cuesta arriba, y aunque Las puertas de Anubis sí que me pareció más divertida que la anterior, llega un momento en que el batiburrillo de magos, viajes en el tiempo, cambios de cuerpo, señores peludos, protectores de la historia que llevan una toma de tierra para protegerse de la magia y payachos que caminan sobre zancos porque por qué no (bueno, porque no pueden tocar tierra) se acaba saliendo de madre...Y eso que parecia difícil, porque si Powers hubiera querido ponerle un subtítulo a su novela podría haber sido "Las puertas de Anubis. Un locurón".
Ahora, sigo sin tener claro por qué los magos que quieren restaurar el poder de Egipto son los malos. Es una civilización fascinante, adoraban a los gatos como se merecían y a todos nos caían mucho mejor que los meapilas del Imperio Británico. Yo ahí veo fisuras en la trama...XD
27 de mayo de 2023, 9:13
Se me hizo pelín largo el libro. Creo que voy a tardar en darle otra oportunidad. Y mira que el libro tiene y trata muchos temas que me gustan, pero no me acaba de funcionar. Que igual es cosa mía por haberlo leído a salto de mata y en inglés, pero me ha costado acabarlo.
Joder, yo pensé lo mismo de los magos de Egipto, que no sabía que tramaban pero que quería que triunfaran. Me vas a comparar a los campeones del balconing con los constructores de las pirámides y adoradores de gatos. ¡No hay color!