Antes del streaming y del VOD (vídeo bajo demanda) las cadenas de televisión se centraban en nichos determinados. Había dramas para todos los públicos, comedias para todos los públicos, series juveniles, de ciencia ficción... Cada cadena, con alguna pequeña excepción, tenía lo suyo. Los tiempos cambian y aunque la televisión tradicional, como los periódicos editados en papel, no se ha ido del todo, sí está en retirada. Netflix inunda las parrillas de todo el mundo. Da igual la calidad o el género, así que no es raro que entre toda esa cantidad de series se cuelen algunas que destacan por encima de la media. 13 Reasons Why es una de ellas.

La serie comienza unas semanas después del suicidio de Hannah, la principal protagonista de la serie. La trama gira alrededor de ella y de su vida explorando los motivos que la llevaron a tomar una decisión tan drástica como quitarse la vida. Antes de suicidarse, Hannah graba varias cintas de casete donde cada cara de las cintas lo dedica a una persona. Estas cintas pasan en cadena a cada una de estas personas, generando una cadena de acontecimientos bastante imprevisible. El otro protagonista de la serie es Clay, compañero de Hannah que todavía no acaba de asumir que su amiga se quitó la vida. Es a través de Clay y de la escucha de las cintas como cocnocemos a Hannah y sus relaciones con los demás personajes.

La serie, aunque ambientada en el presente, tiene un toque de nostalgia bastante bien llevado. No son sólo las cintas de casete, que quedan como detalle o curiosidad, sino la increíble banda sonora que acompaña a la serie. Desde clásicos de The Cure y Joy Division hasta bandas más actuales como The Kills, pasando por Neil Young, Status Quo, Echo & the Bunnymen... Por comparación, Stranger Things, otra de las series de Netflix, resultaba, o así me lo pareció, poco sutil en todas estas referencias, y eso que estaba ambientada en los ochenta.
Otro de los aciertos de la serie es el retrato que hace de la adolescencia y del acoso escolar. No es Skins, ni lo pretende, pero sí se acerca bastante a un relato fidedigno de esa etapa de la vida. Sin caer en el costumbrismo, la narración de Hannah sí es una sucesión de pedacitos de vida conectados por la tragedia de su suicidio. Se mueve por unos grises nada habituales en una serie de este tipo, planteando temas como la cultura de la violación, asumida por buena parte de la sociedad, o un tipo de acoso escolar más sutil y menos visibilizado que es la violencia machista en sus formas más aceptadas. Aparecer en una lista como "el mejor culo" del instituto, algo en apariencia inocente para alguno de los protagonistas de la serie, pone en la diana a Hannah, que ya sufría otros problemas de acoso escolar.

Por poner un pero a la serie, Dylan Minnette, el actor que protagoniza a Clay, el amigo de Hannah, me sigue pareciendo insufrible. Ya me pasaba en otras series donde aparece este actor, pero en 13 Reasons Why, con su papel protagonista, se hace más inaguantable. Si el tono de la serie siempre es la contención, emociones que no llegan a romper del todo y que por ese motivo generan una tensión dramática que sustenta la serie, Minnette se pasa de intenso. En cualquier caso, y pese a lo asesinable que es Minnette en pantalla, 13 Reasons Why es una serie que engancha y que deja reflexiones interesantes sobre la mesa.