En este eterno revival en el que estamos inmersos, una suerte de bucle eterno en donde cada año vuelven los ochenta, hay nostálgicos que quieren que vuelva la URSS. Yo puestos a elegir prefiero que vuelvan Yugoslavia, el cantonalismo o Checoslovaquia. Pero como eso parece poco probable, me tengo que conformar con revisitar el cine de esos países extintos.

Leptirica (1973) es un telefilm de la televisión yugoslava y considerado como la primera película de terror producida en ese país. La película está dirigida por Djordje Kadijevic y basada en una historia del escritor y traductor Milovan Glisic. Básicamente se trata de una historia de vampiros enmarcada dentro de la tradición del folclore eslavo, como El viyi de Gógol.

En una aldea de las montañas los trabajadores del molino, necesario para lo producción de pan, aparecen asesinados por un vampiro. Nadie quiere hacerse cargo de ese trabajo. Strahinja, un joven y pobre campesino, piensa abandonar la aldea porque el padre de la mujer que ama rechaza su petición de mano. Será convencido por los hombres de la aldea para que se haga cargo del trabajo en el molino y así poder ahorrar el dinero suficiente para marcharse.

A Belén pastores, debemos marchar ya, que el rey de los reyes ha nacido ya

En poco más de una hora Leptirica presenta y desarrolla una historia basada en el folklore tradicional. El tono, pese a algunos amagos de comedia, como la representación de los granjeros y el cura borracho, es bastante tradicional y se enmarca dentro del gótico. No hay erotismo ni tetas, lo cual para tratarse de una historia de vampiros de los setenta, es todo un prodigio. La realización es modesta, como la película, sin grandes artificios. Y la criatura, que aparece al final, está bastante lograda, con esa caracterización entre hombre lobo y vampiro. En definitiva, una buena película que más allá del valor histórico es entretenida de ver. 

Variola Vera (1982) es una película dirigida por Goran Markovic. Markovic tiene una larga trayectoria en el cine con películas como Tito y yo (1992), con la que ganó el premio a mejor director en San Sebastián. También es conocido por su oposición a Milosevic y recientemente por su apoyo a las protestas estudiantiles serbias, que le ha llevado a ser apartado de la docencia en su país.

Variola Vera narra el último caso de viruela en Europa, más concretamente la cuarentena en un hospital de Belgrado y la gestión de la pandemia por parte del gobierno yugoslavo. En 1972 un peregrino albanokosovar que regresaba de La Meca se contagió de la viruela de regreso a Yugoslavia. Ingresado en un hospital de Belgrado, es atendido por unos médicos que llevaban sin ver la enfermedad más de cuarenta años.

La película comienza con un tono costumbrista de comedia: el médico follarín que va acosando a todas las enfermeras, el enfermo que se lía con una enfermera que le pega la gonorrea, el director de hospital liado con una enfermera, el bedel intentando arreglar la calefacción del hospital y fracasando en cada intento, la doctora joven que es sobrina de un alto cargo y muy pagada de sí misma... Todo esto da un giro cuando el hospital es puesto bajo cuarentena. Un poco como en La peste de Camus, ahí se va viendo la naturaleza humana de cada personaje. El director se encierra en su despacho por miedo a contagiarse, el enfermo de gonorrea se ofrece voluntario para cuidar de otros enfermos de viruela, la enfermera drogadicta se vuelve loca por no encontrar otro chute y en fin, cada persona demuestra de lo que está hecha, sin grandes heroísmos: hay que hacer lo que hay que hacer y no hay nadie más que lo haga por nosotros.

A follar, a follar, que el mundo se va a acabar

Variola Vera es una crítica de Markovic a los totalitarismos y a la manera en la que estos gestionan crisis como una pandemia. También es un canto al humanismo, ese artefacto capaz de vertebrar una época y que ahora está siendo sustituido por el malismo. Dirigida con mucha cámara en mano, tiene ese toque documental que te mete dentro de la historia en seguida. También es bastante liberal en cuanto a mostrar lo que hacen los seres humanos sin tapujos en situaciones así: existen tensiones y tiranteces, pero también un sentido del deber cívico, sin grandes estridencias y de andar por casa, que permite autoorganizarse a los confinados sin que aquello se convierta en la ley de la jungla. Por supuesto hay doctores que fuman y beben, gente que se distrae como puede leyendo novelas eróticas y jugando a las cartas y también mucho sexo. 

Una de las imágenes más duras que verás nunca en una película

Cabría preguntarse qué nos ha dado Yugoslavia, además de unas cuantas guerras y una selección de baloncesto casi imbatible. Pues por de pronto nos ha legado Leptirica, un cuento gótico sobre el folclore local y Variola Vera, una de las mejores películas sobre la naturaleza humana y las pandemias. El cine de Europa del este cuando tenía la oportunidad de brillar lo hacía. Leptirica y Variola Vera son dos buenos ejemplos. Ojalá alguien se interesara por filmar una película sobre el último brote de cólera en España, también a principios de los setenta, que tuvo lugar en Aragón. Igual nos llevábamos las manos a la cabeza por la gestión criminal de las autoridades franquistas.